He aquí, un maestro. Pero un maestro de la Habana, señores; el gran pensador
y escritor, José Martí (que su bigote no los engañe, ese hombre es prodigioso),
sin embargo su prodigiosidad no es valorada por la mayoría, un maestro de la
prosa olvidada (si se puede aludir de ese modo). Pero hoy, hablaremos sobre su
poema más sombrío y a la vez, más romántico: La niña de Guatemala.
La niña de Guatemala
“Quiero, a la sombra de un
ala,
Contar este cuento en flor:
La niña de Guatemala,
La que se murió de amor.
Eran de lirios los ramos,
Y las orlas de reseda
Y de jazmín: la enterramos
En una caja de seda.
Ella dio al desmemoriado
Una almohadilla de olor:
El volvió, volvió casado:
Ella se murió de amor.
Iban cargándola en andas
Obispos y embajadores:
Detrás iba el pueblo en
tandas,
Todo cargado de flores.
Ella, por volverlo a ver,
Salió a verlo al mirador:
Él volvió con su mujer:
Ella se murió de amor.
Como de bronce candente
Al beso de despedida
Era su frente la frente
Que más he amado en mi vida.
Se entró de tarde en el río,
La sacó muerta el doctor:
Dicen que murió de frío:
Yo sé que murió de amor.
Allí, en la bóveda helada,
La pusieron en dos bancos:
Besé su mano afilada,
Besé sus zapatos blancos.
Callado, al oscurecer,
Me llamó el enterrador:
Nunca más he vuelto a ver
A la que murió de amor”.
Como pueden ver, éste es un poema con altísimo amor pero a la vez culpa por
aquella a la que alguna vez amo, pero hoy reposa con los ángeles. Muy pocos lo
saben, pero en su juventud José Martí se enamoró de una guatemalteca llamada María
García Granados y Saborío la cual falleció, dejando a José Martin totalmente
destrozado y esto puede verse en sus poemas posteriores, que parecen ser un confesionario
mental sobre sus culpa internas. Y el poema que vemos ante nosotros, solo
refuerza la idea de que si… José pudiera cambiar algo sobre su pasado, eso sería
la decisión de dejar a María por un simple compromiso, que al final se volvió un
matrimonio que al igual que su amada fallecida, culminó.
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