Ciertamente es lindo de ver, como
alguien puede usar la prosa sin rebanar la esencia del poema, mucho poemas están
tan adornados que se vuelven en un sin sentido, una pieza que intenta encajar
pero no puede, sin embargo ese no es el caso del poema de hoy, porque hoy
tenemos un poema del afanado poeta y escritor, Pablo Neruda, un chileno que hay
que temerle cuando escribir poemas se trata. Su estilo tan relajado, tan limpio
es sencillamente algo que deberías ser de estudio teológico en cada disciplina ligada
a la poesía.
Pero hoy, hablaremos sin perder
el mínimo tiempo, sobre su poemas más querido (y no lo vean como algo absurdo
ya que es un poema con una lirica poética que no enflaquece con los años sino
que se embellece como todo buen vino), ese poema es “Me gusta cuando callas”.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
Déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa basta.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
Déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa basta.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
Y dando como mi toque personal y
privado, me despido sin antes decirle que si tienen alguna sugerencia literaria
pueden dejarla en los comentarios. Así que, nos vemos en la siguiente reseña,
mis amigos.
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